Luvinaº
En un pseudo-diálogo que se revela monólogo,
un personaje cuenta a un viajero en camino a
Luvina, lo que le pasó en este pueblo siniestro.
Él fue allí con la misma esperanza del viajero, es
decir, la de encontrar un futuro allí. Pero Luvina
es un pueblo hostil y fantasmal ("donde anida la tristeza"),
en el que viven sólo los viejos en condiciones miserables,
abandonados por los jóvenes y olvidados por el gobierno.
Continúan allí para no dejar a sus muertos.
(Un narrador en tercera persona limita sus descripciones
a lo más necesario.)
“San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre.
Pero aquello es el Purgatorio. Un lugar moribundo donde se han
muerto hasta los perros y ya no hay quien le ladre al silencio;
pues en cuanto uno se acostumbra al vendaval que allí sopla, no
se oye sino el silencio que hay en todas las soledades. Y eso
acaba con uno. Míreme a mí. Conmigo acabó.” (p. 120)
Volver